Gratitud


Ya ha pasado Navidad y está por llegar el Nuevo Año.

Recuerdo que hace unos años en mi casa nos reuníamos toda la familia, amigos incluidos, en una mesa enorme en el patio trasero de la casa. Se escuchaba el bullicio de la gente conversando, llevando y trayendo platos de comida y de los niños corriendo y divirtiéndose.

Este año abriré mi botella de champagne y serviré la única copa que estará sobre la mesa, después de haber cenado conmigo. Voy a brindar por lo aprendido, por las personas hermosas que he conocido, por decidirme a entrar en una nueva etapa de conocimiento, por mis amigos, por mis hijos y por mi.

Y no tengo palabras para expresar mi gratitud a toda la experiencia vivida en un solo año.

Comencé un nuevo trabajo y lo dejé, me mudé dos veces, mi hija vino de visita después de 3 años sin verla, me separé, comencé a transitar nuevos estudios, disfruté del amor de mis amigos incondicionales.

Hoy estoy justo como quería estar, en paz, tranquila, emocionada, alegre, creativa y dedicándome a lo que más me gusta hacer: inspirar y ayudar a otros.

Reflexionando el por qué de este viaje, he comprobado que cuando me enfoco en algo que quiero, me encargo de que mis deseos, si los imagino con vehemencia, se cumplan. Estoy recibiendo lo que fui creando durante todo el año. 

Transitando esta nueva etapa de mi vida, he estado considerando lo que aprendí acerca del compromiso y del perdón. Me refiero al compromiso que asumí cuando dije Sí, quiero. Y no lo dije en un altar. 

Lo dije cuando quise comenzar una nueva vida con él, cuando dije quiero intentarlo aunque el miedo y el fracaso me oscurezcan. Que el futuro que no conocemos me sorprenda caminado a tu lado. Sí, quiero tu amor y darte el mío porque ya nada volverá a ser lo mismo y todo lo que hagamos lo haremos juntos.

Y si fallamos, si no pudo ser, es porque en algún momento alguno de los dos pensó en que no podía seguir cumpliendo ese juramento. O que quizá este juramento nunca quedó claro. 

Y entonces uno de los dos tiene que pensar en perdonar. Y me refiero a perdonar de verdad. Cuando no hay nada que perdonar.

Y comienzo a  agradecer por lo que ocurrió, porque empiezo a sanar mis heridas sin culparte.
Y cuando hice esto me sentí más libre.